Los juegos de salón y el entretenimiento en las casas victorianas

 

 

Los juegos de salón y el entretenimiento en las casas victorianas

La era victoriana, un periodo que abarcó desde 1837 hasta 1901 bajo el reinado de la Reina Victoria, fue un tiempo de enormes transformaciones sociales, políticas y culturales. La vida en las casas victorianas estaba fuertemente influenciada por una estricta moralidad y normas sociales que regulaban el comportamiento de las clases altas, especialmente en lo que respectaba a la diversión y el entretenimiento. En este contexto, los juegos de salón se convirtieron en una forma popular de ocio y recreación en las casas de la alta sociedad. Estos juegos no solo proporcionaban entretenimiento, sino que también cumplían una función social muy importante, ya que permitían la interacción entre los miembros de la familia y sus invitados en un ambiente controlado y decoroso.

Los juegos de salón eran principalmente actividades intelectuales y de mesa que podían jugarse en el salón de la casa, generalmente en reuniones familiares o durante eventos sociales. A menudo, se jugaban después de la cena, cuando los miembros de la familia o los amigos se reunían en torno a la chimenea o en mesas decoradas con elegancia. Entre los juegos más populares se encontraban el whist, una especie de juego de cartas similar al bridge, y el charades, un juego de mímica en el que los participantes debían adivinar palabras o frases basándose en las acciones de sus compañeros. Otros juegos como el backgammon, el domino, el póker o el ajedrez también eran comunes, y se valoraba la habilidad estratégica y el buen juicio para jugar correctamente.

Los juegos de salón eran a menudo una forma de mostrar la educación y el refinamiento de los anfitriones. En una sociedad en la que el comportamiento correcto y la etiqueta eran esenciales, estos juegos proporcionaban una oportunidad para que los participantes demostraran sus modales y capacidades intelectuales. Además, en un tiempo en el que las mujeres de la clase alta estaban en gran medida confinadas a los espacios privados del hogar, los juegos de salón representaban una de las pocas formas de socialización aceptadas. A través de ellos, las mujeres podían interactuar con los hombres de manera más distendida, siempre dentro de los límites establecidos por las estrictas reglas de comportamiento de la época.

Uno de los juegos más emblemáticos de esta época era el whist, que se jugaba en parejas y requería una considerable destreza en el manejo de las cartas. Este juego era muy popular entre los adultos y se consideraba un excelente medio para practicar habilidades de estrategia y razonamiento. Al ser un juego de cartas, se jugaba en un ambiente más relajado, lo que permitía a los anfitriones mantener su posición de respeto mientras disfrutaban de la compañía de sus invitados. El whist también estaba vinculado a la idea de la cortesía y la cordialidad, ya que se esperaba que los jugadores actuaran con dignidad, y cualquier comportamiento rudo o grosero era considerado inapropiado.

Por otro lado, los juegos de mímica como el charades eran ideales para el entretenimiento en grupo. Este tipo de juego no solo proporcionaba diversión, sino que también ofrecía una oportunidad para que las personas mostraran su creatividad y su capacidad para expresarse sin palabras. El charades solía jugarse en reuniones más informales y podía involucrar a toda la familia, incluidos los niños. El juego era también una forma de entrenamiento para las jóvenes de la casa, ya que les permitía aprender a comportarse de una manera divertida y elegante, sin romper con las estrictas normas sociales de la época.

Entretenimiento musical y cultural

Además de los juegos de salón, el entretenimiento en las casas victorianas incluía una gran cantidad de actividades culturales, siendo la música uno de los pilares de la vida social en las familias adineradas. La música tenía un papel central en la recreación doméstica, y las casas victorianas a menudo contaban con salas de música donde las familias podían interpretar y disfrutar de melodías. El piano era un mueble indispensable en muchas casas, y las damas de la casa solían recibir clases de música para poder tocar piezas clásicas y populares para sus invitados. Los conciertos privados eran una forma de entretenimiento social muy popular, y las veladas musicales eran habituales en las casas de los aristócratas y burgueses. La ópera, la música de cámara y las composiciones de autores famosos como Chopin o Mendelssohn eran muy apreciadas.

Además de la música, la literatura también formaba parte del entretenimiento en las casas victorianas. La lectura de libros, tanto en solitario como en grupos, era una actividad común, especialmente en las largas noches de invierno. Las novelas de autores como Charles Dickens, las hermanas Brontë y George Eliot eran populares entre la alta sociedad, y a menudo se organizaban lecturas en voz alta o discusiones literarias durante las reuniones sociales. Estos momentos de lectura compartida, combinados con el ambiente de elegancia y respeto de la época, ayudaban a consolidar la cohesión social y la moralidad victoriana, que valoraba la cultura como una herramienta para la mejora personal y social.

Las veladas en casa también ofrecían una oportunidad para otros tipos de entretenimiento como las representaciones teatrales privadas, en las que se representaban obras ligeras o comedias para los amigos y familiares más cercanos. Estos eventos podían ser tan elaborados como los teatros públicos, con decorados y disfraces creados en casa, y a menudo se combinaban con cenas o meriendas. El teatro era otra forma en la que la clase alta de la época mostraba su educación y capacidad para organizar eventos complejos que no solo fueran agradables, sino también culturalmente enriquecedores.

El papel de la mujer en el entretenimiento

En este contexto, el entretenimiento en las casas victorianas estaba también relacionado con la figura de la mujer. A pesar de estar confinadas principalmente a los espacios domésticos, las mujeres de la clase alta eran las encargadas de organizar y coordinar estos eventos. Se esperaba que fueran buenas anfitrionas, y su habilidad para gestionar una velada exitosa se veía como un reflejo de su buena educación y destreza en las normas sociales. Las mujeres de las clases altas se formaban en diversas disciplinas culturales, desde la música hasta la literatura, para ser capaces de ofrecer entretenimiento de calidad a sus invitados. Además, estas actividades les permitían mantener su lugar en la sociedad, donde el hogar y las relaciones sociales eran el centro de su existencia.

En resumen, los juegos de salón y el entretenimiento en las casas victorianas fueron una parte esencial de la vida social de la época. No solo proporcionaban diversión y relajación, sino que también ayudaban a consolidar las normas sociales, reflejando las estructuras de poder, género y clase que definían la sociedad victoriana. Mientras que para las clases altas estos eventos eran una manera de mantener su estatus social y de cultivar la educación, para las clases bajas, el acceso a este tipo de actividades era prácticamente inexistente. El entretenimiento, por tanto, era una herramienta que no solo servía para el disfrute, sino también para reforzar las jerarquías sociales de una sociedad profundamente estratificada

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Las clases sociales

    Las clases sociales Durante la época victoriana (1837-1901), la sociedad británica estaba fuertemente estratificada. La Revolución Indus...